Las contracturas musculares son una de las afecciones más frecuentes entre la población. De hecho, prácticamente todo el mundo se ha visto afectado por ellas alguna vez en su vida. Pero ¿qué son? ¿qué causas las provocan? Hablames de ellas.
¿Qué son las contracturas musculares?
Se deben a una contracción del músculo o de alguna de sus fibras que provoca un dolor y una sensación continua de tensión e hinchazón en la zona. Cuantas más fibras estén tensionadas, mayor será el dolor que sintamos.
Las zonas que suelen verse afectadas por una contractura son el cuello, la zona alta de la espalda y los hombros, aunque otras partes del cuerpo también pueden sufrirlas.
Aunque no se trata de una dolencia grave y acaba por remitir en unos días, es importante acudir cuanto antes a los profesionales para evitar que se agrave.
¿Por qué se produce una contractura muscular?
Aunque la mayoría de nosotros relacionamos la contractura muscular con una mala postura o un sobresfuerzo, hay otras causas que pueden provocarla, como estas.
- Estrés: el estrés derivado de las preocupaciones laborales o personales puede provocar que la tensión que tengamos se acumule en los músculos.
- Malas posturas: la forma en que dormimos o en la que nos sentamos frente al ordenador o a la hora de estudiar puede provocar este tipo de lesiones.
- Frío: es importante evitar las corrientes de frío y el aire acondicionado excesivo. También puede aparecer una contractura cuando vamos a hacer una actividad física que requiere un calentamiento previo de los músculos y no lo hacemos.
- Sobresfuerzo: cuando hacemos un esfuerzo excesivo o un esfuerzo normal, pero llevamos una vida sedentaria que hace que el músculo no esté preparado, se genera una contractura. Por eso es importante calentar antes de un sobresfuerzo y practicar siempre algo de deporte.
- Falta de agua o determinados nutrientes: una deshidratación o la falta de algunos nutrientes imprescindibles para el organismo, como el potasio y el magnesio, pueden provocar contracturas. Es fundamental llevar una dieta sana y equilibrada y beber abundante agua. Si nos cuesta algo de trabajo, podemos alternarla con alguna infusión que nos guste.
- Accidente: un impacto recibido en el coche, por ejemplo, también puede provocarla.
- La edad: con el paso del tiempo perdemos elasticidad, y es más frecuente que aparezca este tipo de dolencias. Ante ello, lo único que podemos hacer es llevar un estilo de vida lo más saludable posible.
¿Cómo se puede evitar una contractura muscular?
Hay sencillos consejos que pueden ayudarte a evitar una contractura muscular. Es importante que mantengamos posturas adecuadas en la vida diaria, que no realicemos sobresfuerzos físicos, menos si cabe sin calentar antes los músculos, y que aprendamos a relajarnos ante las preocupaciones que nos atenazan.
Evitar el sedentarismo mediante alguna actividad deportiva con frecuencia y llevar una dieta equilibrada que incluya todos los grupos de alimentos y prescinda de la comida basura pueden ayudarnos a evitarlas.
Entre los alimentos que más potasio contienen se encuentran el plátano, la alubia, el garbanzo, el pistacho o la almendra.
Y entre los alimentos con mayor cantidad de magnesio están los dátiles, los berros o el pan integral.
Asimismo, debemos evitar el sobrepeso, que también predispone a las contracturas musculares.
¿Cómo se detecta una contractura muscular? ¿Cómo se trata?
Es muy sencillo detectar este tipo de dolencia. Puede realizarse observando y palpando la zona afectada, que se notará hinchada comparándola con otro músculo o en una radiografía. Asimismo, el dolor y la tensión que percibimos en la zona es la primera alerta de que estamos sufriendo esta dolencia. Lo mejor es acudir cuanto antes a un médico para que no se agrave.
A partir de aquí, el médico nos indicará el tratamiento más adecuado: calor local, que se puede aplicar con una manta eléctrica o un saquito de semillas calentado en el microondas; masajes dados por fisioterapeutas profesionales; y antiinflamatorios como el ibuprofeno o relajantes musculares como las benzodiacepinas, recetados siempre por el médico, o una combinación de los tres.
Hay otras terapias que se han rebelado muy efectivas en estos padecimientos como la terapia láser avanzada de LASERDOL, con efecto analgésico y antiinflamatorio. Actúa en los tejidos ayudando y acelerando su recuperación mediante la fotobioestimulación. Es un tratamiento indoloro, no invasivo y sin efectos secundarios, compatible con cualquier medicación prescrita y con resultados efectivos en 6 sesiones.