La fascitis plantar puede convertirse en una dolencia incapacitante de no tratarse correctamente. En las próximas líneas, vamos a explicar en qué consiste, cómo reconocerla y cuál es el tratamiento más indicado.

¿Qué es la fascitis plantar?

Antes de responder a esta pregunta, debemos saber qué es la fascia. Recibe este nombre el ligamento que conecta el talón con la parte frontal del pie. Se extiende por todo el arco y se encuentra bajo la piel. Está revestido de una banda fuerte que lo protege. Se denomina fascitis plantar a la inflamación e irritación de la fascia. Por regla general, abarca desde el talón hasta la mitad de la planta del pie, aproximadamente.

¿Cuáles son sus causas?

Sorprendentemente,  no existe una causa fisiológica directa. Lo que sí se ha comprobado es que concurren varios factores para favorecer su aparición:

  • El sobrepeso.
  • Tener el arco del pie muy pronunciado o todo lo contrario (pie cavo o plano).
  • La práctica de deportes que suponen un impacto repetitivo en el pie (como correr).
  • La tensión de los músculos de la pantorrilla, que provoca que los dedos estén más cerca de la tibia.
  • El aumento de la actividad o la realización de una a la que los pies no están acostumbrados.
  • La edad. Es habitual en personas que tienen entre 40 y 60 años.
  • El trabajo. Especialmente si este exige estar de pie durante horas.

¿Cuál es la relación entre un espolón en el talón y la fascitis?

Es otra curiosidad médica. Según Orthoinfo, el 5 % de las personas que tienen un espolón presentan dolor en el mismo pie. Por tanto, son dos afecciones distintas que deben tratarse por separado. Además, los síntomas de la fascitis son bastante claros, por lo que no cabría confundirlos con los del espolón.

Los síntomas de la fascitis plantar

El que se experimenta con total seguridad es un dolor intenso que aparece al caminar tras despertarse. A medida que la persona se va moviendo sentirá alivio, pero si se está mucho tiempo de pie volverá. Es frecuente que también se note esta molestia en cuanto uno se incorpora tras estar un tiempo sentado.

La ubicación del dolor por fascitis plantar es cercana al talón. La intensidad puede aumentar después de una actividad física. En otras palabras, en cuanto el ligamento reposa durante unos minutos, comienza a acusar el esfuerzo y este síntoma hace acto de presencia.

¿Cómo se diagnostica?

Existen dos tipos de exámenes médicos que se realizan cuando se acude al doctor  comentando los síntomas anteriores.

Visual y de flexibilidad

En ocasiones, basta con mirar el pie para comprobar la inflamación de la fascia. Como pruebas complementarias, el facultativo puede someter al paciente a:

  • La palpación de la zona dañada que rodea el hueso del talón. Intentará detectar se   experimenta el nivel máximo de dolor.
  • La flexión del pie mientras se presiona la fascia. Se apreciará que el dolor es menor cuando se estiran los dedos y se mueven hacia abajo.
  • El movimiento del pie hacia arriba para comprobar cuál es el nivel de adaptabilidad del ligamento.
  • Pruebas radiológicas.

fascia dolor pie

El tratamiento no quirúrgico de la fascitis plantar

El tratamiento de la fascitis plantar inicial implicará que se deban realizar algunos cambios en la rutina diaria. Las propuestas más habituales son las siguientes.

El descanso

Eliminar cualquier actividad que cause dolor. Especialmente, las deportivas que se lleven a cabo sobre una base dura.

El agua con hielo

Colocar, unas tres o cuatro veces al día, los pies sobre una botella de agua helada. Dejarlos unos 20 minutos para lograr que la fascia se comprima.

La práctica de ejercicios específicos

Nos referimos al estiramiento de las pantorrillas, entre otros. Bastará con que se apoye contra una pared, se estire una pierna y se flexione la contraria. Mover la cadera hacia el muro y mantener esa posición 10 segundos. Hacer 20 repeticiones con cada pierna. Otra opción es sentarse y cruzar el pie afectado sobre la rodilla opuesta. Tirar suavemente de los dedos del pie hacia uno mismo. Si no fuera posible, usar una toalla facilita el movimiento. Con 20 repeticiones y 10 segundos de estiramiento será suficiente.

Calzado y propuestas ortopédicas

Unos zapatos de sostén contribuyen a amortiguar el impacto. Ocurre lo mismo con las almohadillas de silicona en el talón o con las férulas de noche.

Terapias físicas

La combinación de fisioterapia con estiramientos es siempre eficaz. Aparte de los masajes y el hielo, es posible confiar en la ESWT (terapia extracorpórea de impulsos eléctricos). Favorecen la cicatrización del tejido dañado. Suele ser la opción previa a la cirugía y un buen tratamiento para el dolor.

La terapia con láser

Sin duda, es una de las alternativas que mejores resultados ofrece. El motivo no es otro que el poder de las irradiaciones con láser para reducir la inflamación y calmar el dolor. Consiste en colocar el dispositivo correspondiente sobre la planta del pie.

Tras seleccionar la intensidad de cada pulsación, comienza el procedimiento que apenas dura unos minutos. El paciente experimentará una sensación de calor que redunda, directamente, en que los tejidos recuperen la normalidad. En LASERDOL se aplica este tratamiento de láser avanzado contra el dolor, con éxito desde hace más de ocho años. Se aprecia mejoría desde la primera sesión, lo que convierte a esta terapia en una de las más eficaces. No es invasiva ni presenta efectos secundarios. Es totalmente indolora.

¿Cuáles son las consecuencias de la falta de tratamiento de la fascitis plantar?

Como método de protección, el dolor que el cerebro percibirá provocará que se cambie la forma de caminar. Arquear las piernas o mover la espalda hacia otra dirección son medidas que pueden aliviar las molestias. Lo negativo es que esto solo proporcionará una mejora temporal. Se estará propiciando que la alineación de las piernas no sea la natural. La primera secuela de esto es que las rodillas se resentirán más y que la cadera comenzará a doler.

Después, se notará una sobrecarga muscular en la pierna y otras molestias físicas. En definitiva, adaptar el cuerpo a otra postura para no solucionar el problema pone en riesgo el bienestar total de la persona. Además, podría empeorar la lesión e incluso desencadenar otras, como el neuroma de Morton.